lunes, 14 de septiembre de 2015

La sorpresa negativa del primer trimestre de curso del alumno con hiperactividad

Es habitual que a medida que se acercan las vacaciones navideñas, el rendimiento escolar de los niños con Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) disminuya significativamente y este fracaso se recoja en el primer boletín de notas. Esto se debe a varias razones: 1) La exigencia curricular año a año va aumentando, y esto hace que muchos niños con TDAH no sean capaces de responder óptimamente a este aumento inicial, produciéndose un distanciamiento notable del resto de sus compañeros, especialmente en las áreas instrumentales donde el aprendizaje es acumulativo y es requisito indispensable que la base del conocimiento esté correctamente asentada para seguir avanzando en la materia. Cuando estas bases no están debidamente asentadas, no se refuerzan los contenidos más difíciles y no se automatiza la metodología, aparecen lagunas de contenidos y desfases curriculares. 2) La falta de continuación y la ruptura de los hábitos de estudio y esfuerzo cognitivo continuado que se produce durante el verano, hace que se retrase la adaptación al nuevo curso hasta ya bien avanzado el primer trimestre, lo que agrava aún más el desfase curricular. 3) La aproximación de las fiestas navideñas hace que aumente la excitabilidad y la distracción de estos niños, proyectando su atención e interés en los regalos y las actividades festivas, dificultando la concentración sobre la tarea y las actividades académicas del presente. 4) El aumento de la exigencia del nuevo curso genera en el alumno con TDAH estrés, inseguridad, inquietud que se refleja en bloqueo, mayor dificultad en la atención y la concentración, desregulación emocional y bajo autocontrol, lo que repercute así mismo sobre el rendimiento académico. Todas estas dificultades se plasman en bajas o peores calificaciones en el primer trimestre, aumentando la preocupación de padres y profesores.
TDAH MALAS NOTAS ¿Cómo podemos prevenir que ésto suceda? Continuidad: Manteniendo una continuidad mínima de trabajo y actividades cognitivas durante los meses de verano. Anticipación: a)Aprovechar el verano para reforzar las curriculares más débiles y entrenar con un plan y método individualizado de trabajo que se ajuste a las características del alumno (resúmenes, esquemas, comprensión escrita, lectura, etc. b) Diseñando una planificación y organización anticipada de los contenidos curriculares, reforzando desde el comienzo las áreas más deficitarias. Trabajar la motivación: Emplear un sistemas de refuerzos y contingencias estructurado, empleando los múltiples reforzadores que ofrece la navidad (regalos, actividades lúdicas, viajes, actividades familiares, descanso) para corregir conductas disfuncionales y aumentar conductas positivas y la consecución de los objetivos. Premiar el esfuerzo: Reforzando el esfuerzo desde el inicio, fragmentando las tareas y dividiéndolas en conseguibles para mantener al alumno motivado y con ánimo positivo a pesar de cometer errores o no alcanzar el objetivo. Fomentar la comunicación: animar al alumno a que exprese e interiorice sus dificultades y sus emociones negativas (frustración, tristeza, sensación de pérdida de control, sensación de baja competencia, estrés) acompañándole en su camino a través de un apoyo conductual positivo. Atender a las necesidades del alumno: llevar un seguimiento desde el centro y el hogar del rendimiento del alumno, identificando barreras y dificultades que pueda presentar y prevenir así un problema mayor que desemboque en fracaso escolar o bajo rendimiento. Si nos anticipamos a esta situación, no sólo serán capaces de coger el ritmo de clase sino que evitaremos la aparición de problemas de tipo afectivo como baja autoestima, desmotivación y rechazo escolar. Sara Ortega Tapia, Neuropsicóloga de Fundación CADAH.

TDAH y comienzo de curso: pautas para el éxito familiar

El comienzo del curso escolar es un camino difícil en muchas ocasiones tanto para los niños como para las familias, por la cantidad de cambios que se experimentan de golpe: cambio de horarios, rutinas diferentes, aumento de la exigencia, etc. Por ello, pretendemos dar unas pautas para poder facilitarlo en la medida de lo posible, y que la transición del verano a `la vuelta al cole` sea lo más satisfactoria posible para todos. En primer lugar es prioritario pensar en las actitudes, hechos o comportamientos del año anterior, tanto en los que queremos mantener como en los que queremos cambiar. A continuación veremos algunos puntos sobre los que suelen presentar más dificultades los niños con TDAH y también sobre los que las familias tienen más dificultades para intervenir. TDAH RUTINA FAMILIAR Empezaremos por lo prioritario, el sueño. Si un niño no descansa bien, es casi imposible que esté a pleno rendimiento desde que se levanta hasta que se acuesta. Debemos pensar que a lo largo del día los niños pasan horas en el colegio, luego realizan actividades extraescolares, más estudio en casa, responsabilidades en el hogar, etc. Sinceramente su carga resulta en ocasiones muy pesada, y más aún si no ha descansado lo suficiente. Por ello, es importante que la rutina para ir a la cama se intente establecer desde lo más pequeños posible, para que se acostumbren a ella, ya que conforme van creciendo van exigiendo más tiempo despiertos. Una buena idea puede ser preparar todo el prólogo que antecede al irse a la cama: la ducha, cena en familia, tiempo para charlar, ver la tele, etc. Cada familia debe decidirlo en función de su propio sistema, pero puede ser una buena rutina que, con el tiempo, el niño interiorizará y podrá ejecutar sin dificultades. Una vez que el niño está descansado, es hora de pasar a la rutina de las mañanas en casa. Esta es una situación ante la que los padres casi siempre presentan dificultades: `No da tiempo de nada, pierde mucho tiempo en desayunar y vestirse, tengo que recordarle todo, etc.`. Ante estas dificultades, nuestra respuesta es parar, pensar, meditar y organizar. Puede ser que estemos exigiendo muchas cosas al niño por la mañana (hacer la cama, recoger el cuarto, guardar la ropa, asearse, vestirse, desayunar, recoger el desayuno, etc.) Por ello, lo primero es pensar qué es capaz de hacer el niño, y hacer bien en el tiempo que tiene por la mañana. Una vez que lo tengamos meditado, será el momento de planificar: debemos establecer las rutinas diarias (y mantenerlas) para que poco a poco se vayan convirtiendo en hábitos. Es importante que intentemos planificar la rutina para que el niño tenga éxito, es decir, para que lo que propongamos sea capaz de alcanzarlo, porque de lo contrario, surgirá la frustración tanto en él como en los padres y no será en absoluto algo placentero para comenzar el día. Conforme el niño vaya mejorando, podremos ir incluyendo más rutinas en la mañana, pero debemos asegurarnos antes de que las que había propuestas han sido totalmente interiorizadas. Aunque de manera diferente, la rutina de la tarde también puede presentar un quebradero de cabeza para muchas familias. Actividades extraescolares, la merienda, la hora de estudio, etc. Por ello, al igual que por la mañana, es importante una buena planificación. Siempre que sea posible, es recomendable que el tiempo dedicado al estudio sea siempre en el mismo horario, con el fin de crear una rutina y que los niños se acostumbren a ella. En los casos en los que sea posible, es recomendable comenzar a edades tempranas, a partir de los cinco años más o menos, con un tiempo de dedicación en casa para este fin. Indudablemente, a estas edades comenzaremos con tiempo de lectoescritura, pero con ello iremos implantando el hábito que, con el paso a cursos posteriores, se irá aumentando también la exigencia académica. La hora de la merienda puede establecerse como mejor convenga por horarios; puede ser el paso previo al tiempo de estudio o tomarse como descanso en el mismo. No debemos olvidar, que la planificación del estudio debe ser realizado en función del curso escolar, teniendo en cuenta la preferencia y dificultades de las asignaturas del niño, el tiempo de dedicación a cada una y su nivel de autonomía. Este último aspecto es muy importante que sea recalcado, puesto que si habituamos al niño a que cuente siempre con nuestro apoyo en el estudio, indudablemente se va a acostumbrar a ello, y conforme vaya creciendo se nos hará más complejo retirar ese apoyo y que él realice el trabajo de manera autónoma. La planificación del ocio también es algo fundamental, puesto que si no es un aspecto que tenemos en cuenta, con la `locura` del día a día es sencillo que no tengamos tiempo para él. Por ello, debemos planearlo, tanto el tiempo para pasar en familia, con la pareja o tiempo para nosotros mismos. Ver la tele, pasear, charlar, etc. la acción ya dependerá de cada familia, pero no olvidéis que es prioritario tenerlo en cuenta para desconectar de lar rutina diaria, descansar y cargar las pilas. Evidentemente, cada familia presenta dificultades en aspectos diferentes, y ante las dificultades puede acudir a profesionales que les guíen y asesoren en función de cada caso personal. Para ello, acude a tu asociación o profesional más cercano. Rocío Meca Martínez. Especialista en Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.